La ilusión de los mayores

Fiesta de Reyes Magos

 

Cuando pensamos en los Reyes Magos siempre imaginamos la mirada ilusionada de un niño. A mí también me pasaba eso hasta que el pasado cinco de enero participé en la Cabalgata de la Residencia La Guindalera.

Mucho antes de esa tarde mágica, en noviembre, los mayores escribieron su carta. Uno a uno, con la ayuda de la terapeuta Beatrice, pidieron lo que necesitaban o algún capricho. A fin de cuentas, es un regalo y los Reyes son magos.

No pude contenerme y leí algunas de ellas. Me sonreí al saber que, con noventa y dos primaveras, Carmen, pedía una barra de labios porque le gusta arreglarse y que a Antonio le gusta la música y le hace falta un altavoz.

En Orange tenemos muchos pajes, ¡qué digo pajes!, los voluntarios se convirtieron en Rey Mago por un día. Atendiendo a los deseos de esos niños mayores, prepararon sus regalos y los acompañaron de una carta manuscrita dedicada a cada uno de ellos. A esa no tuve acceso.

Recogida de regalos

 

Los Reyes y sus pajes

 

Todos los regalos estaban listos para ser entregados. A las tres de la tarde los voluntarios, los ropajes, la merienda y los regalos llegaban a la Residencia por la puerta de atrás. Preparamos las mesas con una merienda especial y nos vestimos para la ocasión. Casacas, capas, velos, coronas, guantes y joyas traídas de Oriente.

El salón de actos estaba a tope, todos esperando que aparecieran los Reyes. Los nervios a flor de piel y alguno apurando el último ratito de siesta que hoy ha sido más corta porque el día lo merece. La Cabalgata apareció por la puerta principal, aunque ya nos habían visto por la ventana.

Llegó el momento, uno a uno fuimos diciendo sus nombres y un Rey con sus pajes se acercaba a entregar el regalo. Nos sujetaban las manos pidiendo ayuda para desenvolver el paquete y compartir ese momento con nosotros.

Eran sesenta y ocho y algunos se impacientaban diciendo su nombre por si acaso les hubiéramos olvidado. Todos disfrutaron de sus regalos. Más de uno se emocionó al leer la carta que su paje-voluntario le había escrito; Dolores me preguntaba dónde estaba Mercedes, quería abrazarla por el mensaje tan cariñoso que le había dedicado.

Con sus mantas, colonias, altavoces y barras de labios nuevas pasaron a merendar acompañados por sus Majestades. ¡Estaban tan contentos! Nos piropearon al pasar por las mesas, ¡todo tan rico! Lo hicimos con todo el cariño del mundo: canapés, embutido, queso con membrillo, brownie, caramelos y turrón.

Seguro que más de uno tuvo que controlar el azúcar al día siguiente. Una de las terapeutas les reñía mientras entre amigas se pasaban un trocito de turrón. ¡Que tu no puedes tomar eso!, pero a la vez le dedicaba una sonrisa cómplice a la más golosa.

Sobre las seis y media nos despedimos de todos recibiendo besos y abrazos. Nos despidieron ¡hasta el año que viene! porque lo pasaron como niños y quieren repetir.

Los Reyes Magos de Oriente

Es ahora cuando pienso en los mayores al recordar esta Navidad. Su ilusión y agradecimiento supera con creces al de los niños.

He disfrutado especialmente este día porque los pajes han sido mis hermanas, mi sobrina, mis hijos y mi madre. Y los Reyes has estado a la altura de sus Majestades de Oriente. Muchas gracias a Maise, Marta, Clara, Mei, Miguel, Amalia, Augusto, Curro y Feli. Espero contar con vosotros el año que viene porque sois los mejores y ¡nos esperan!

Esta es una de trece visitas que los Reyes Magos han realizado con Avanza ONG este año para celebrar la Navidad dentro del proyecto “Navidad para Todos” donde conseguimos que colectivos de personas desfavorecidas, niños y mayores disfruten de la Navidad.

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