Viernes de visita

Vamos muchas veces a Villa Paz, la verdad es que nos encanta. Vamos con la furgoneta cargada y los niños que allí residen nos reciben siempre con besos.

La visita de hoy es un poco especial; el martes, Sor Cristina tuvo que ir al médico y desde entonces estamos más pendientes.  Aunque por teléfono nos ha dicho que está como nueva, queríamos verla en directo. Es mucha responsabilidad, las madres que allí viven con sus hijos menores generan mucho trabajo físico y ocupan su mente las veinticuatro horas del día. Pero esta mujer ¡es un roble!

Íbamos sin prisa, una de esas visitas que te alegran la tarde. Comprobamos, como ya nos adelantó, que está estupenda y que en ningún momento ha dejado de pensar en su día a día. Nos pone al día de algunas novedades de “sus madres”, quien hace unas horas cuidando a una persona mayor, quien actualiza su curriculum para seguir buscando trabajo. Se para y entretiene en cada una de ellas, ahora tiene un grupo de madres “bonitas” como ella las describe. Son jóvenes que no han tenido las cosas fáciles, pero son buenas, responsables, cuidan bien a sus niños y merecen una oportunidad. La misma oportunidad que hemos tenido otros.

Mientras nos cuenta cosas está con la mirada en la ventana que da a la cocina y con el oído en la puerta que da al comedor. Es capaz de distinguir por un solo llanto cuál es el terremoto que se acerca, los conoce a todos en detalle. Es Teresa, ¡cómo han crecido sus mellizos!, yo no los veía desde la barbacoa de junio. Llegan a todo, lo tocan todo y miran de reojo si su madre los sigue.

Hoy es viernes y algunas de las mamás se van a pasar el fin de semana con sus niños a casas de amigas. Quedan seis a dormir en Villa Paz este fin de semana. Da gusto ver qué bien vestidos van, cuidados, guapos, con esos ojazos. Es una satisfacción poder llevarles ropa a estrenar, que la disfruten mucho.

Mientras despedimos a una de ellas, su pequeña de dos añitos nos cuenta que los reyes magos le trajeron dos bebés, y que uno que lloraba mucho se lo dejó a Sor Cristina. Nos reímos cuando ésta contaba que una noche oían un lloro y no lo localizaban, era el bebé desde el armario de la cocina.… ¡benditas pilas!

Queríamos hacer una visita al nido que es donde están los peques, pero habían salido a pasear con las cuidadoras. Nos encontramos con toda la tropa en el paseo y nos ayudaron a vaciar a furgoneta, ¡qué bien les vienen las cremas y los geles! Todos colaboraron a tirar el cartón, dando saltos encima de las cajas. Para celebrar la recogida repartimos Aspitos y chuches para pequeños y mayores.

 

 

 

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