El artículo de Javier Coig

Publicado el: lunes 20 abril, 2020

Dentro de Avanza, soy un eslabón del Legado de María, (no hace falta que ponga el apellido, porque todos lo sabéis de memoria).  Es nuestra María, la que escribió La vida es un regalo y para regalo, el que nos dio ella a algunos de nosotros con su ejemplo, nos hizo ver que había llegado el momento de devolver parte de lo que la vida nos había dado.

Empecé entregando cestas en la campaña de Navidad y poco a poco, fui colaborando en diferentes proyectos como la mayoría de vosotros.

Un día, me llamó Paloma y me dijo que si podía ir a una reunión en Pº de La Habana, para hablarme de un nuevo proyecto que tenía entre manos. Por supuesto al día siguiente estaba allí y me encontré con un grupo de voluntarios, con la misma cara de no tener ni idea de lo que nos iban a proponer.  Para no hacerlo muy largo, os diré que de allí salimos cada uno con unas carpetas con los nombres de los alumnos que nos habían asignado como coaches del programa PONTE A PUNTO.

Cuando Alberto me pidió que escribiese algo para el Newsletter, pensé: “que es lo que puedo contar cuando los que recibís las news, sabéis tanto o más de Avanza que yo”. Me encantaría contaros anécdotas de sor Josefa comprando en Mercamadrid, de la de abuela de la familia de Pitis con sus 132 entre nietos, bisnietos y tataranietos, pero al final me he decidido por hablaros de los dos programas en los que más me he involucrado.

Llegó el día de la gran prueba. Alberto hace una presentación a los alumnos de lo que es un coach y para qué sirve el coaching, insistiéndoles repetidas veces que es totalmente voluntario el hacerlo. Después nos presenta a los coaches y para sorpresa mía y creo que de los demás, vemos que todos aceptan el reto.

El primer año hicimos 5 sesiones de una hora más o menos por curso. El primer día va de tanteo, uno pensando, (a ver como me ganó la confianza de esta persona) y el otro, (que querrá este tío que le cuente).

Quiero haceros ver que la única característica común de los alumnos es la baja o nula autoestima, pero en lo demás, la diversidad es tremenda, desde la diferencia de edad, la religión, la educación, he tenido alguno que llegó a España en patera y otros que venían de Venezuela con una ingeniería bajo el brazo que a los pobres no les valía para nada; unos que dormían en un cajero de un banco y otros que habían conseguido salir con unos  ahorros y habían alquilado un modesto apartamento. Nuestras únicas armas aparte de unos cuestionarios que nos dio Alberto, la experiencia que te da la edad y el cariño que ponemos.

Bueno, no quiero aburriros entrando en demasiado detalle, pero deciros que el día de la entrega de los títulos, cuando llega el momento de decirles adiós, se te hace un nudo en el estómago. El progreso conseguido no tiene palabras, no digo que el mérito sea nuestro ni mucho menos, detrás hay un gran equipo dirigido por Isabel y secundado por Concha, pero creo que ponemos nuestro granito de arena. Nunca pensé que podría recibir tanto afecto incondicional de unas personas con las que solo he compartido cinco horas de mi vida, y como dice Vicente, por cada uno que das recibes ciento.

El segundo programa ha sido STEM, dirigido por Pedro, que no tenía el gusto de conocer, pero que desde el primer momento fue como si nos conociésemos de toda la vida. Debido a la época del año en que lo comenzamos, la escasez de voluntarios era grande y aparte del equipo de Pedro, por parte de Avanza nos incorporamos Mercedes, Raúl y yo.

Este programa es muy diferente, se desarrolló en La Cañada Real, dirigido a enseñar a niños de 6 a 14 años diferentes materias como el cosmos, el cuerpo humano…., y se les enseña jugando. Tuvo mucha aceptación, desde el primer día acudieron 24 peques y se mantuvo la asistencia hasta el último día. A los niños les dábamos un desayuno cuando entraban y se iban con un bocadillo, una pieza de fruta, una bebida y alguna chuche.

Nos costó un poco dominar a los niños, principalmente por un par de mayores un poco rebeldes, pero al final el resultado fue muy satisfactorio. En enero organizamos una merienda para los niños y familiares en la cual se les dio un diploma y un regalo de Reyes. Espero que podamos repetir este año.

Este año, el maldito bichito que nos ha visitado, nos ha cortado por medio el curso que iniciamos en enero y os aseguro que de las cosas que más echo de menos, son las sesiones de coaching, y no paro de pensar en cómo se encontrarán nuestros alumnos confinados muchos de ellos, en una habitación de 12 metros cuadrados.

Puedo decir que desde que me jubilé, no me han faltado cosas que hacer. Me apunté a la facultad, viaje, jugué al golf, nunca me aburrí, pero nada me ha proporcionado la satisfacción que me da mis colaboraciones con El Legado y de rebote con Avanza.

Bueno familia, os quiero a todos y a pesar de las circunstancias por las que estamos pasando, no dejéis de pensar que “La vida es un regalo”.   Se os hará más liviana la confinación

 

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